miércoles, 27 de febrero de 2013


YA NO QUEDA NI LA NADA (LETRA Y VIDEO)

HIROSHIMA IN MEMORIAM: A LOS JÓVENES...


El piloto Paul W. Tibbets, entonces de 30 años, saluda antes del despegue de los Enola Gay, misión que devastó la ciudad de Hiroshima.


Hiroshima fue devastada por la bomba atómica, que simboliza el comienzo de la era nuclear.


Foto de septiembre de 1945 muestra los restos del edificio de la Prefectura de Hiroshima.



Tres años después de la explosión, los japoneses tratan de reconstruir Hiroshima en 1948, Japón. Un bombardero norteamericano B-29 denominado "Enola Gay" arrojó la bomba nuclear el 6 de agosto de 1945 a las 08H15 (23H15 GMT), convirtiendo a la ciudad en un infierno y matando a unas 140.000 personas, en el capítulo final de la Segunda Guerra Mundial.


Un grupo de niños usan máscaras para protegerse de la radiación en el año 1948, tres años después de la explosión nuclear. 




¡NUNCA MÁS!



Derechos Reservados © Jorge Judah Cameron 

miércoles, 13 de febrero de 2013

LORELEY


Todos los días, a la misma hora, sensible y extasiado contemplaba su figura venir a mí, envuelta en el aroma de las flores más perfumadas y moribundas, bañándose la piel de aquella fragancia de blandas rosas que nos unió para siempre. Loreley, mi Loreley, la única, la más bella entre las bellas meciendo sus cabellos rojizos con los últimos destellos del atardecer. Durante horas, recostados sobre los verdes campos y abrazados en consonancia con las aves, que, paseándose sobre nosotros, sonorizaban nuestro amor... ¡Dios, cuanto reíamos sin dejar de besarnos!   


Loreley, la única, la más amada entre las mujeres de esta Tierra. Ellos nos separaron pensando que todo terminaba con esa injusta actitud, autoritaria y medieval, de pensar que un pobre no puede amar a una aristócrata, o un judío enamorarse de una mujer cristiana sin tener que pasar por la censura de los hipócritas. Intentaron asesinarnos al hallarnos desnudos sobre el heno en aquella dorada caballeriza del padre de Loreley, mi amada. Pero nuestro amor pudo más. Logramos huir por los techos de la mansión hasta un río donde perdieron el rastro de nuestros cuerpos en fuga. Heridos, sangrando juventud en cada lágrima, nos alejamos de aquel lugar y de sus vidas para siempre. 


El amor nos mantuvo unidos, hasta hoy, lejos de la soberbia, la avaricia, la ignominiosa tortura a la que fuimos sometidos durante tantos años. Ni la muralla más alta sería impedimento si la perdiera. Nada lograría detenerme. Desbordante mi pasión lamería sus huellas como un lobo herido por los cielos y los mares, y si fuera el inframundo aquello interpuesto entre ella y yo, bajaría cual Orfeo al Hades a buscarla entre los muertos a esa venerada mujer por mí llamada Loreley, y en mis brazos la traería vaciándonos en el beso más profundo que recuerde ser alguno. Y si acaso no pudiese retornarla yo con ella sufriría en los fuegos del infierno.



–¡Te amo, Judah! –exclamó.Así estuvimos hasta que dieron las doce menos un minuto. Nos despedimos tiernamente para volver cada uno a su tumba, hasta el siguiente día, como hace más de un siglo.




Cuento: Loreley
Autor: Jorge Judah Cameron
Música y Voz: Libra *M*
Montaje fotográfico: Ingrid Stevens
Dirección General: Ingrid Stevens

domingo, 26 de febrero de 2012

EL VIEJO Y YO (UN MUNDO SIN FRONTERAS)




«Mi abismal homenaje a los hombres de buena voluntad que nacen como hierba buena. A aquellos capaces de hacer vínculos sin idiomas, sin fronteras. Sea este mi canto de amor y paz entre los pueblos». J. J. Cameron





Cierta vez, un turista latinoamericano que bajaba por la montaña de Judea en Israel, escuchó vociferar no muy lejos del sendero donde vagaba, a un anciano ataviado con una túnica blanca bajo un árbol de olivo, que declamaba con exaltación y cierta angustia. Aquello llamó poderosamente su atención puesto que aquel hombre parecía estar en apuros, y además no entendía una sola palabra su proclama, por lo que decidió investigar… He aquí lo que sucedió después:


O YERUSHALAIM הו, ירושלים! –¡Oh Jerusalem!

AM ADONAI עם יהוה –Pueblo de Yahvéh,

–¿Qué dices viejo? –preguntó el muchacho sin recibir respuesta alguna.


MALAJ SAM TSELO AL MITBARIOTJA מלאך שם צלו על מדבריותך

–Un ángel posó su sombra sobre tus desiertos, –continuó con su oratoria suplicante.


ARIM VE NAJALOT הרים ונהרות –Montañas y ríos,


–¿Puedo ayudarlo, señor? ¿Está en problemas? –inquirió nuevamente el joven.


KIDEI LEIBAJER כדי להבחר –Por ser elegido.


–¡Quizá si le ofrezco un poco de agua se tranquilice!


HASHEM YADA אבל ידעתי ה ' –Mas Yavheh sabía,


SHE YARAD LE HAR GADOL כי להיכשל תחת ההר הגדול


–Que bajo la gran montaña le fallarías,


AVAL SHAMAR OTJA JAI אבל שמר אותך חי –Mas te mantuvo vivo,


TIHER HA TA'UYOT SHELJA טיהר הטעויות שלך –Purificando tus errores,


KI ATA HA DEREJ כי אתה בדרך –Porque eres el camino,


HA ESH VE GORALEJA האש גורלך –La flama y tu destino...


Quedó mirándolo sin sacarle los ojos de encima. El viejo no dejaba su oratoria que repetía una y otra vez. Jorge se dio cuenta que no era desolación o malestar lo que estaba presenciando… Era oración…, estaba orando seguramente a su Dios, y lo hacia cada vez con más pasión y sentimiento. Pensó por un instante:
Pueda ser que no le de un infarto, Dios mío, que fe que tiene este hombre, o que estará pidiendo; que pena no entender su lenguaje. Tal vez tenga a un hijo enfermo. Trataré de averiguar algo… ¡Aunque sea con señas!
Su fe lo había emocionado, enternecido… No estaba acostumbrado a ver semejante ofrenda de amor y devoción, no porque en su país escaseara la oratoria no, sino por la forma incesante y fervorosa conque el hombre hacia su proclama de fe. Era un verdadero grito con los brazos extendidos hacia arriba. Se acercó a una prudente distancia. Fue entonces cuando decidió seguir su caminata y dejarlo en paz respetando tan sacro momento. A fin de cuenta nadie lo llamó ni le solicitó ayuda. Fue una mera «coincidencia» y su juventud atenta a prestar ayuda, especialmente a los que él consideraba necesitados.
Había bajado bastante el monte cuando sintió la misma voz, pero esta vez con un tono diferente, y ese tono era inconfundible, casi irrefutable…, lo estaba llamando haciendo un ademán con ambos brazos.
Bueno –dijo Jorge-, por momentos pensé que yo era un fantasma, pero él sí me había visto.
Y subió y se sentó junto a él.
Simón –dijo el anciano llevando la mano a su pecho.
Jorge –replicó el joven con el mismo gesto.
Yahvéh יהוה Jehovah –levantó los ojos al cielo, y Jorge entendió clarísimo. Adoraba a su Dios.
Continuó con una mímica absolutamente reconocible para cualquiera. Estaba trayendo a su Dios a su corazón, embolsando el aire con las manos repetidas veces. Era como una fe inversa especuló.
Yo voy hacia Dios y el longevo me dice que Dios viene hacia él…
Simón abrió su talega y sacó un pedazo de pan que ofreció al muchacho. Luego extrajo una cantimplora y bebió un sorbo con sumo placer que también y invitó generosamente al joven. La subida fue ardua, estaba cansado y sediento, lo que no le vendría nada mal un sorbo de agua fresca más sabiendo que debía transitar un par de kilómetros hasta el paraje donde pernoctaba. Empinó el ánfora y vaya sorpresa, tosió expulsando el líquido por todos los rincones al tiempo que el anciano reía a carcajadas. Era licor o algo por el estilo.
A la risa del anciano prosiguió la de Jorge y continuaron su fidedigna tarea de hacerse entender con gestos y sonidos. Pero había algo más que eso. Parecían dos niños… Era el deleite de los sentimientos; la emoción del momento que les tocó vivir bajo ese árbol de olivo, y ambos desconocidos y unidos al mismo tiempo por el poder de una amistad ancestral, mágica, saboreando las delicias del factor humano.
Amablemente Simón compartió lo único que tenía, y fueron pasando los minutos dialogando con los ojos y palabras que al salir de cada boca parecían traducirse en el éter. El sol en su ocaso se divisaba impaciente, y Jorge creyó conveniente partir… Y le hizo un gesto anunciando que debía irse, a lo que Simón comprendió de inmediato. Se levantó y el anciano le señaló que esperara unos segundos. Con sorpresa observó que buscaba con denuedo hasta encontrar un pequeño cordón de cuero, entrelazado en forma de cuerda, para obsequiárselo, con un gesto que jamás olvidaría: Tú y yo… Tú y yo…
Mientras bajaba por la montaña meditó con el alma en la frente aquel milagro de la vida. Ese hombre le ofreció su amistad, su corazón a manos llenas. Esa cuerda era un lazo de amor entre los pueblos, entre mundos que acontecen al mismo tiempo creyendo ser distintos. Una conexión interpuesta por el universo a la hora indicada, en el momento preciso. Se entendieron con gestos, con sonidos ininteligibles… Música meciendo los más bellos acordes de paz, sonidos, sólo sonidos…, pero se entendieron. A su mente y sin proponérselo volaron imágenes de un mundo nuevo, sin razas, sin credos, sin fronteras… Con el entendimiento como única lengua donde Babel sea remembranza del pasado.
El sol desaparecía lentamente. Las últimas luces rojizas acariciaron la llanura.

Dios estuvo esa tarde en la montaña.





Derechos Reservados © Jorge Judah Cameron

miércoles, 8 de febrero de 2012

SANGRE EN MALVINAS




«1.982 – Mamita, Luisa y su Julio perdido»

–¡Llegó la carta, mamá!
Una carta y un paquete hija, sobre la mesa están.
Te escribe por separado, claro, a su adorada muñequita,
su querida pequeñita, la Luisita, su menuda hermanita...
¡Sabe Dios dónde estará!
–¡Qué impaciencia mami, te la leo, ahí va!

Hace días que espero llegado el momento,
llegado el momento poder embarcar,
extraño la casa también los amigos,
la imagen de serio que engendra papá.
Te mando un muñeco que es todo de trapo,
como es hombrecito se llama Malvino,
Malvino es su mote por ser hombrecito.
¿Tú sabes Luisita que grande es la patria,
y lejos estoy del lugar donde voy?
No sé si hay en esto intereses de alguien,
que en pos de grandeza nos manda ultimar.
Amorosa Luisita rosal del jardín,
oye mi infanta se fuerte en la espera,
hay hombres que han muerto por tierra y por mar,
si es justo o injusto dilema será.
La patria reclama al soldado que luche,
que luche y que muera sabiendo pelear,
y si algo que el tiempo no ha de olvidar,
a nuestros chavales que al frente se irán,
dejando su vida tiñendo las islas,
por aire por tierra por tierra y por mar.
Vencer al intruso pirata invasor,
con temple de acero se lanzan los hombres,
mandados por alguien por alguien que observa,
por alguien que observa de oscuro mirar.
No sé si la causa te juro hermanita,
no sé si la causa es tan primordial,
pero esto el soldado argentino o inglés,
inglés o argentino obediencia debida,
obediencia debida obedece y va.
Matraqueando al león endiosado león,
que busca de nuevo de nuevo quedarse.
No si hay en esto demencia de quienes,
sabiéndose fuertes por algo muy justo,
nos mandan al frente con sed de justicia,
alzando orgullosos llameantes banderas,
a las tierras que un día del siglo pasado,
hace ciento cincuenta de años robados,
robaron lo ajeno lo ajeno ocuparon,
lo nuestro ocuparon lo nuestro ultrajaron,
¡Qué día más triste,
el día más negro del siglo pasado!
Recuérdame siempre confía en mi vuelta,
y al tosco muñeco le llamas Malvino,
Malvino estará reposando contigo.


–¿Mamá, mamá, Julio volverá?

Derechos Reservados © Jorge Judah Cameron

sábado, 5 de noviembre de 2011

¡TE CANSASTE PACHAMAMA! – II


«A los gobiernos de la Tierra para que abandonen de inmediato la contaminación contra el planeta, nuestro único mundo, el mundo que habitamos, el hogar que conocemos. El ultimátum celestial ha sido dado». J. J. Cameron

Y Yahveh le dijo al ángel:
Ve y proclama por la Tierra
el poder de Pachamama.
La han herido gravemente
mas no dejaré que muera.
A los hombres que han creído
que son dueños de la Tierra,
el Dios Vivo les suplica
que abandonen la soberbia
que desistan la barbarie.
¡Gobernantes victimarios
la han violado impunemente!

Y Gabriel obedeció
las palabras de su Padre,
y sus alas desplegadas
fue llevando con grandeza,
su misión la más penosa,
aflicciones pregonando:
«Hombre necio y sin razón,
ignaro simio sin dolor,
te burlaste del Creador
en alianza con Luzbel,
éste no es el hombre
que soñaba el Hacedor».

El Arcángel anunció,
el mensaje de Jehová.
Mas los hombres engreídos
ciegos, sordos, tan esquivos,
desecharon las señales
los estigmas del camino.
Por demás se corrompieron
y se rieron y burlaron,
no creyeron al enviado
y matando prosiguieron.
Las trompetas han sonado,
ultimátum y castigo.

Derechos Reservados © Jorge Judah Cameron

¡TE CANSASTE PACHAMAMA! – I



Ya te hartaste de los hombres
embusteros y ambiciosos,
tan hipócritas dementes
que te hurgan las entrañas,
y te arrancan de tu vientre
la abundancia de tu Padre,
ese Padre que has herido
con el mal de tu silencio,
contemplando las heroicas
puñaladas como hazañas.

Tú bien sabes que Yahveh,
el Yahveh que todo ve,
te ha culpado de pacata
insensible e indolente,
permisiva indiferente
perezosa cien por ciento.

Te dormiste bondadosa
y las ratas de este mundo,
devorándote los pechos
laceraron tu simiente.
Agria leche color púrpura
de una tierra devastada,
de una tierra que se muere
por su sangre derramada.

¡Tú bien sabes Pachamama,
el enojo del Buen Padre!
Él te ordena que detengas,
que interrumpas la masacre,
y aniquila la inconsciencia,
de los sucios los infames,
que se ocultan en la noche,
como lobos esteparios,
y se oyen aleteando,
cual vampiros chupa sangres.

De políticas funestas
y gobiernos sin mandato,
presidentes que sonríen
con papeles en la mano:
«Treinta y tres estamos vivos»,
y esta Tierra..., al carajo.

Humaredas que confunden,
viles necios sin remedio,
flora y fauna que se extingue,
ya no sienten, sólo mienten.

¡Te cansaste Pachamama,
violarán tu Pascua Lama!

Derechos Reservados © Jorge Judah Cameron

viernes, 4 de noviembre de 2011

EL ÁNGEL TACITURNO



Agonizo,
mi ser sombrío, de hielo,
con el alma acongojada,
se ha posado en los maderos
solitario y desdichado.

La nieve,
no ha dejado de caer.
Las humeantes chimeneas
sobre techos y ventanas
han blanqueado mi retorno.

Apoltronado,
en un rincón de nuestra casa,
contemplo tristemente
los leños consumidos
mis ausencias sin olvido.

Espero,
que vuelva a mí el calor,
y el calor traiga los brotes,
y los brotes sean flores
y las musas de colores.

Les decreto como hombre,
que aunque el cielo se abra en dos
y prometa nueva vida,
les afirmo con el alma,
no es el frío que me mata
ni las flores que no lucen,
ni los versos que no llegan,
ni la nieve que aletarga,
son tus labios que me faltan,
la armonía de tus líneas
en tu cuerpo cobijadas,
y de eso,
sabe Dios les juro
de eso,
sí me muero.

Derechos Reservados © Jorge Judah Cameron

jueves, 3 de noviembre de 2011

HECHICERA



Desesperada mi pasión,
la ha llamado por su nombre... Hechicera.

Fuego ardiente de un amor inextinguible,
tan sólo consumado por el agua de la muerte.

Déjame beber de tu insaciable fontana,
confíame la vida adornada de recuerdos.

Regálame los sueños misticismo de ilusiones,
en un rapto de sabores de tu piel enamorada.

He de rebozarte de caricias virginales,
pues así tiñes mis manos del purpúreo de tu sangre.

Dolor de mis entrañas es la angustia de perderte,
no hay un solo pensamiento que conciba tal desgracia.

Yo quisiera que supieras tanto o más de lo que sabes:
¡Que no hay amor más grande que aquel que mana de mi alma!

Necesito de tus labios como agua en el desierto,
reconozco que mi marcha va regida por tu tiempo,
y si acaso te sofoca el amor que te profeso,
por favor no me lo digas no resiste mi sustento.

¡Ay de mis ojos hambrientos de ti!
Mi anhelo es amarte viviendo a tu lado,
sabiéndote cerca pensarte feliz.

Alabo los sueños que rezan tus pasos,
musitar a lo lejos las frases del viento.

Tanto te extraño adorándote mía,
que aunque ciega la vida
me hallara en las sombras,
te amaría más...
Todavía.

Derechos Reservados © Jorge Judah Cameron

jueves, 13 de octubre de 2011

POEMA PARA EL EXILIO


Se ensanchará mi iris a la hora del crepúsculo;
oscurecerán los recuerdos albergados en el alma;
soledad, en los velos de la noche.
El tiempo pasa, sin prisa pero sin pausa.
Me alcanzarán nostalgias de sueños compartidos,
mas no sanarán las heridas aunque se cubran mis llagas,
y me consuele la lectura de los versos de Neruda;
no cesarán mis lágrimas recorriendo mis mejillas,
ni mi blanca amada sepultada en mi memoria;
mas con ella fue mi sangre al destierro más amargo,
al destierro más penoso que padezca ser alguno;
varias veces he pensado terminar mi suerte un día.

De pronto..., algo siento sobre el techo,
un pasar suave, a veces impetuoso.
¿Quién a molestarme ha venido?
Visitante que trasuntas mi morada,
animal o persona asaltando mi condena,
salgo, veo, un gato que me mira,
profundo, hechicero, a las luces de mi encuentro,
afectuoso, huidizo, no me confía;
si abro la puerta, si por la ventana observo,
su mirada siempre fija, sus pupilas en las mías.
¡Oh Dios, ángel o demonio! ¿Quién a mi puerta?
Y sus ojos que me dicen: «Siempre, estaré, contigo».

No pretendo asustarle, ni ademán de que se vaya,
estoy solo, sé que lo sabe, mas por mí ha venido,
él también está solo, pero no sabe, sólo observa.
Seres que deambulan, solitarios por el mundo,
arrastrando soledades, temores y sedientos,
tremenda compasión que me habla desde lejos;
aquí estoy... ¿Tú me quieres?
Si tú quieres, yo te acepto...
Mis plantas no responden, los muebles están quietos,
mi recuerdo en el espejo reflejado deja verme,
de mi rostro quebrantado y deshecho por el tiempo.
¡Si llegó para salvarme! Pues entonces..., que se quede.

Con sus palmas sigilosas pero a veces impetuosas,
en mi hogar se ha detenido;
Salgo, observo:
Una estatua, inmóvil y silente me produce escalofrío,
a observarlo me he sentado, a pasar lo he invitado,
aun me inquieta su mirada y confunde por momentos,
no es humana…, quizás lo sea muy adentro.
¿Qué lo hará tan inhumano? Es su forma, su sigilo,
su mudez no me parece; con su rostro me sonríe;
su mirada cautivante me despierta los sentidos.
¡Oh Dios, ángel o demonio! ¿Quién a mi puerta?
Y sus ojos que me dicen: «Siempre, estaré, contigo».

Lo miro, lo miro sin reserva,
el respeto le he perdido, mas conmigo no se aviene;
sus instintos son salvajes cual venado en la colina;
el ensueño ha penetrado por los chakras de mi cuerpo
anunciando la energía de sus ojos refulgentes.
Me he dormido en el silencio...
Quizás mañana, si despierto, en mi puerta esté parado.
¡Oh Dios, ángel o demonio, ya no juegues más conmigo!
Dime acaso si es la muerte anunciando mi partida,
a enfrentarla he aprendido, quieto y mudo como el bronce,
pues la muerte no nos lleva sólo espera la partida,
de las almas bienvenidas del barquero de Aqueronte.

Gato joven, gato viejo, entre rejas tú me miras,
por los techos de otra casa de terrazas escondidas,
ya no tengo más preguntas, las respuestas he perdido,
mas no sufre quien no ama, porque a nadie ha perdido,
pues quien ama está embebido de bellezas y sonidos,
de un amor tan fiel y puro que olvidarme no he podido.
Salgo, observo, ahí está:
¿Quién por mi ha venido a consolarme en el exilio?
Me dormí despierto y desperté soñando,
todo un hombre por las noches y de día solo un niño.
Me llama, me dice que resurja, me traspasa su mirada,
y sus ojos que me dicen: «Siempre, estaré, contigo».

Han pasado varios días, no contemplo su figura,
la ansiedad me está matando y no hallo explicación,
sólo verlo alegraría rebosante el alma mía,
sólo verlo me traería los espíritus de antaño.
Es mi madre o es mi padre aquel felino presumido,
que transita libremente sin saber que se ha perdido.
¿Acaso él no sabe que lo siento todo mío?
Tanto extraño su presencia que me duele el pensamiento,
gato blanco, gato negro,
me trajiste aquellos seres que mis sueños no se olvidan,
mas tus ojos guardan vidas que encumbró el alejamiento,
poseído estás por alguien, no comprendo todavía.

Nuevamente estoy cayendo en el vacío del olvido,
de súbito…, escucho, salgo, miro:
¿Dónde estás? ¡No te ocultes forastero!
A lo lejos no distingo, pues la noche es muy oscura,
tan oscura y estrellada que simulan ser diamantes.
¡Quiero hablarte y que me escuches!
Dónde te hallas gato mío, que al encuentro enardecido,
excitado y decidido ya conozco tu misterio,
dónde te hallas gato necio, pues tus ojos guardan vidas.
¡Sé quién eres! Ven, confiesa, que tu cuerpo se transforme.
¡Oh Dios, ángel o demonio! ¿Quién a mi puerta?
Y sus ojos que me dicen: «Siempre, estaré, contigo».

Por momentos es extraño, por momentos desconfío.
¿Por qué huye a mi presencia, si alimento quiero darle?
Al mirarme desde lejos su mirada se transforma,
ojos tristes mensajeros de los más bellos que existen,
quizás sea algún demonio que aproveche mi tormento,
o tal vez un ángel nuevo, mensajero del más alto.
Ya no huyas gato mío que a tu encuentro voy dichoso,
ya no juegues más conmigo,
pues mi casa te la ofrezco, mis sillones y mi cama,
que descanses en mis libros y que mueras una noche,
arropado entre frazadas entibiándome por dentro,
¿Qué pretendes? ¿No me escuchas? ¡Qué más quieres que prometa!

Hoy te he visto desde lejos, claramente vi en tus ojos,
un adiós tan cruel y firme que tus alas se extendieron,
es entonces cuando entiendo el por qué de tu presencia.
No deseaste ser mi huésped, ni mi amigo ni mi muerte,
has venido a rescatarme, a arrancarme del olvido,
el exilio está en mi alma y te has marchado para siempre.
Volveré a mis viejos libros, a mi arte y sus sonidos,
los colores estampados en los cuadros de mi amada,
a las calles que me esperan para dar otra batalla.
Me enseñaste, querubín, que hay un mundo que me espera,
en las sombras de la noche, en la luz de un nuevo día,
y hoy mis labios te murmuran: «Siempre, estaré, contigo».

Derechos Reservados © Jorge Judah Cameron