viernes, 4 de noviembre de 2011

EL ÁNGEL TACITURNO



Agonizo,
mi ser sombrío, de hielo,
con el alma acongojada,
se ha posado en los maderos
solitario y desdichado.

La nieve,
no ha dejado de caer.
Las humeantes chimeneas
sobre techos y ventanas
han blanqueado mi retorno.

Apoltronado,
en un rincón de nuestra casa,
contemplo tristemente
los leños consumidos
mis ausencias sin olvido.

Espero,
que vuelva a mí el calor,
y el calor traiga los brotes,
y los brotes sean flores
y las musas de colores.

Les decreto como hombre,
que aunque el cielo se abra en dos
y prometa nueva vida,
les afirmo con el alma,
no es el frío que me mata
ni las flores que no lucen,
ni los versos que no llegan,
ni la nieve que aletarga,
son tus labios que me faltan,
la armonía de tus líneas
en tu cuerpo cobijadas,
y de eso,
sabe Dios les juro
de eso,
sí me muero.

Derechos Reservados © Jorge Judah Cameron